«Navarrete, hijo mío, yo lo conozco bien, fue como un pequeño Toledo dentro de esta región. Cuando Logroño pintaba muy poco, Navarrete era lumbrera del saber. En esta villa vivía la grandeza más selecta. Aquí había duques y marqueses, condes, ministros, secretarios de papas y de reyes, almirantes, obispos: ¡de todo!».
Pascasio le describe así Navarrete a Vinagre después de haberse recorrido ambos —cual modernos Quijote y Sancho acompañados por su burro Lepe— las tierras «de la bella Rioja» de cabo a rabo, descubriendo sus paisajes y sus gentes, mientras hacen «notaría de este tiempo amargo» y tejen su amistad con las hebras de una conversación infatigable.
De la mano del Ayuntamiento de Navarrete, esta reedición de la novela Pascasio y Vinagre, corregida y ampliada con el relato ‘Niños, monasterios, fantasmas’, rinde tributo de recuerdo, admiración y gratitud a su autor y precursor, Antonio Cillero Ulecia, con motivo del 50.º aniversario de la declaración de la villa como Conjunto Histórico Artístico.